jueves, 16 de septiembre de 2010

Revisión histórica: "Verdades y Mitos del Bicentenario"

                                                                                                                                  

El historiador Norberto Galasso reconstruye los sucesos de la Revolución de Mayo de 1810 en su nuevo libro publicado por la editorial Colihue. Desde una interpretación latinoamericana, busca responder las preguntas claves del proceso histórico.
El historiador Norberto Galasso reconstruye los sucesos de la Revolución de Mayo de 1810 en el libro Verdades y mitos del Bicentenario, publicado por la editorial Colihue. Desde una interpretación latinoamericana, busca responder las preguntas claves del proceso histórico: ¿fue una revolución antiespañola, jacobina, liberal, revolucionaria democrática, o apenas encubierta en la máscara del juramento a Fernando VII?
Con una mirada que reivindica las posiciones de Juan Bautista Alberdi, Manuel Ugarte y José León Suárez, analiza de forma crítica las interpretaciones que construyeron las distintas corrientes historiográficas sobre la Revolución de Mayo de 1810, desde las obras iniciales de Bartolomé Mitre hasta las investigaciones realizadas por José Luis Romero y Tulio Halperín Donghi.
En el libro, Galasso apunta a rescatar el carácter decisivo de la intervención popular en los sucesos de mayo; y demostrar que la revolución fue parte de un proceso hispanoamericano que se inició con el estallido de las Juntas en España en 1808, luego de la invasión del ejército napoleónico.
“La presencia del pueblo fue muy relevante en la Revolución. El historiador Roberto Marfany asegura que el pueblo no tuvo ningún protagonismo y que participaron sólo 1097 personas, como si hubiera podido contar la cantidad de asistentes. Pero aún en ese caso, en una ciudad de Buenos Aires que no tenía más de 50 mil habitantes, hoy representaría una manifestación de 100.000, 150.000 personas”, asegura Galasso.
El autor de La revolución de Mayo. El pueblo quiere saber de qué se trató recuerda que hay testimonios de la época que aseguran que había agitadores en la plaza, como el cartero French, el empleado público Beruti y el tipógrafo Donado. El historiador señala: “Es el pueblo de esa época el que participa. Y el pueblo eran españoles o hijo de españoles. No se puede exigir la participación de la mujer o de las comunidades originarias, por ejemplo. Para juzgar los acontecimientos hay que ubicarse en el espíritu de la época”.
Galasso explica que entre 1810 y 1811 se abrieron procesos revolucionarios en distintas capitales de Latinoamérica y en todos se juró por Fernando VII, que era visto como el posible líder de la regeneración española. “Así que no se trata de una “máscara” para encubrir los verdaderos propósitos independentistas, como señala la historia mitrista, sino por una lucha más amplia por nuevas ideas que tenían una influencia decisiva de la Revolución Francesa”, sostiene.
En ese sentido, indica que José de San Martín pregonaba el “evangelio de los derechos del hombre” y a esa lucha la percibía en las Provincias Unidas, en Chile, en Perú, pero también en las Juntas que estallan en España a partir de 1808. Para fundamentar su tesis, rememora que San Martín en Perú sancionó una serie de disposiciones similares a las de la Asamblea del Año XIII, como la quema de instrumentos de tortura, el fin de los títulos nobiliarios, la libertad de vientres y, en algunos casos, la liberación absoluta de los esclavos.
Con relación a la figura de Mariano Moreno, Galasso reivindica el Plan de Operaciones escrito por el revolucionario de Mayo. “El Plan da una respuesta a los países periféricos, que no tienen un empresariado capaz de construir industrias de base. Entonces Moreno busca reemplazar esa burguesía inexistente con la acción estatal y como el Estado no tiene capitales, expropia”, señala. Y recuerda que ya en el gobierno, Moreno creó las bases de fábricas estatales de armas, de pólvora y puñales en Córdoba, en Tucumán y en Buenos Aires. El historiador concluye: “Moreno también plantea la creación de una casa de seguros de carácter estatal. Además envía a Juan José Castelli al norte, a Manuel Belgrano a Paraguay y otorga un rol central a las acciones de José Gervasio Artigas. También plantea difundir las ideas revolucionarias en Rio Grande do Sul para sublevar a los esclavos. Es decir, tiene la idea de ampliar la revolución. Percibe que si la revolución se insulariza, tiene la posibilidad de ser derrotada”.

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